lunes, 7 de agosto de 2017

Qué es el narcisismo



El término puede aludir a una serie de rasgos propios de la personalidad normal, pero puede también manifestarse como una forma patológica extrema como en algunos desórdenes de la personalidad (trastorno narcisista de la personalidad) en los que el individuo sobreestima sus habilidades y tiene una necesidad excesiva de admiración y afirmación. En su uso coloquial la palabra designa un enamoramiento de sí mismo o vanidad basado en la imagen propia o ego. Este término fue descrito por Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, que lo tomó del antiguo mito griego.



 El relato más conocido sobre el mito de Narciso es el que Ovidio relató en su tercer libro de Las Metamorfosis en el año 43 a. C. La tragedia comienza a gestarse ya desde la concepción del niño Narciso, puesto que es fruto de la violación por parte del dios-río Cefiso a la náyade Liriope que engendró a un joven de espléndida belleza. Preguntado sobre si el recién nacido tendría una larga vida, Tiresias, el sabio capaz de predecir el futuro, contestó crípticamente «Sí, siempre y cuando nunca se conozca a sí mismo». A lo largo de su vida, Narciso va a provocar en hombres y mujeres, mortales y dioses, grandes pasiones, a las cuales no responde por su incapacidad para amar y para reconocer al otro. Tentado por Afrodita, al contemplar su imagen en el espejo de la superficie del agua, sintió una fascinación por su propia imagen de la que no pudo sustraerse. No podía tocar ni abrazar al ser que veía reflejado en el agua, pero tampoco podía apartar su vista de él. En otra versión del mito, uno de los menospreciados por Narciso se queja a los dioses y Némesis, la diosa de la venganza, se encarga de castigar su orgullo. De cualquier modo, Narciso, subyugado por la imagen de sí mismo que le devolvía el río, se retrajo de toda posible relación amorosa con otros seres, e incluso de atender sus propias necesidades básicas, y su cuerpo se fue consumiendo para terminar convertido en la flor narciso, una flor tan hermosa como maloliente. 

La personalidad narcisista se caracteriza por un patrón grandioso de vida, que se expresa en fantasías o modos de conducta que incapacitan al individuo para ver al otro. Para los narcisistas el mundo se guía y debe obedecer a sus propios puntos de vista, los cuales considera irrebatibles e infalibles. Las cosas más obvias y corrientes, si se le ocurren a él o ella, deben ser vistas con admiración. Hay en el Narcisista una inagotable sed de admiración y adulación. Esta necesidad lo incapacita para poder reflexionar tranquilamente y valorar serenamente la realidad. Vive más preocupado por su actuación, en cuanto al efecto teatral y reconocimiento externo de sus acciones, que en la eficacia real y utilidad de las mismas. Las personas narcisistas, aún cuando puedan poseer una aguda inteligencia, ésta se halla obnubilada por esa visión grandiosa de sí mismas y por su necesidad de reconocimiento. Muchas personas, pudiendo ser exitosas, productivas y creativas, someten su vida a aduladoras mediocridades. Cuando los narcisistas ejercen posiciones de poder se rodean de personas que, por su propia condición, son inferiores a él o ella, y de otras que le harán la corte solo en función de un interés mezquino. 
Caravaggio

El narcisista es una persona que puede ser muy exitosa, en cuanto al brillo externo se refiere. No se plantea dudas en cuanto a la realidad de sus ideas, sean éstas brillantes o no. Así vemos cómo personas con una inteligencia mediocre y una cultura pobre, escalan posiciones sorprendentes; para ellas el recapacitar no existe. Aún las más insulsas ideas son expresadas con un espíritu mesiánico, se enamoran de las ideas de otros y las hacen propias sin la más mínima consideración moral ni ética. Así logran capitalizar a una horda de Narcisistas depresivos que creen, ingenuamente en la verdad expresada por el pseudo-maestro. Ellos lo seguirán fielmente, no importa cuán errado esté: "Sobre la pena duermo solo y uno, pena es mi paz y pena mi batalla, perro que ni me deja ni se calla, siempre a su dueño fiel pero importuno", escribe Miguel Hernández, retratando esta personalidad del narcisista depresivo, marcada por la tristeza derrotada, que busca alguien en quien creer, alguien en quien confiar el remedio a sus miserias. De estas melancólicas soledades esperanzadas se nutre el Narcisismo. La simbiosis se completa con la satisfacción a medias, con un hueco de hambre y sed, que nunca se llega a colmar.

El recurso de la mitología nos brinda la imagen para la comprensión de la conducta y el mito de Narciso es concluyente en la terrible frase del oráculo: «El niño tendrá larga vida si nunca se observa a sí mismo». Así, en la no reflexión, es donde puede sobrevivir este personaje. Sin embargo, Narciso, en castigo a su ser desalmado, es transformado en una planta que da unas flores muy bellas, de olor nauseabundo y estéril de fruto. El mito nos dice que en este tipo de personas hay, a pesar de su apariencia, algo que huele muy mal.

Los narcisistas, pues, son sujetos arrogantes y muy sensibles ante cualquier tipo de rechazo o desprecio, siendo incapaces de reconocer y respetar los sentimientos ajenos. Para los narcisistas es más importante APARENTAR que SER (Esbec y Echeburúa, 2010). Un verdadero narcisista carece de las cualidades internas necesarias para tener y desarrollar relaciones sanas con el resto de personas como es la empatía, una conciencia moral, una relación de confianza y la capacidad de ser una “autentica persona” con otro ser humano.

1.- El narcisismo se alimenta fundamentalmente de la constante necesidad de admiración por parte de los demás, de la incapacidad para conectar emocionalmente con otras personas (empatía) junto a una autoestima muy vulnerable a las críticas. Tienen sentimientos de importancia y grandiosidad (imaginarios o en su forma de comportarse en la sociedad) fantasías de éxito, exhibicionismo, y una gran necesidad de explotación interpersonal. Exageran hasta límites extremos sus logros y sus capacidades sintiéndose superiores e importantes.
2.- Se presenta ante los demás como la persona más interesante del mundo. En un principio puede “deslumbrar” con la gran confianza que demuestra en sí misma, con su gran inteligencia y con todas las historias que cuenta sobre sus logros y su posición profesional y social. De cara a los demás puede parecer una persona bastante divertida y con cierto magnetismo, siendo así el centro de atención, pero esto solo es fachada: se trata de un ardid para satisfacer esa necesidad patológica de admiración que tanto necesita. Si ahondas un poco en sus historias, descubrirás que son exageradas o incluso son falsas.
3.- Necesitan y esperan una atención especial de los demás, como la mejor mesa en un restaurante o que se les aloje en el mejor hotel o aparcar ante un lugar al que van a acudir aunque esto sea ilegal. Necesitan además estar asociados y vinculados solo con personas especiales y de alto estatus social y profesional.
4.- Son personas con una gran falta de autoestima, de modo que sus vidas están “creadas” para ocultar sus debilidades y así darlas un sentido de poder y éxito. Muchas veces utilizan los insultos como argumentos y los comentarios despectivos sobre el comportamiento y apariencia de los demás con la única intención de seguir sintiéndose superiores y poder así encubrir su gran complejo de inferioridad en muchos aspectos.
5.- Emocionalmente sufren importantes variaciones en su estado de ánimo, mostrando ira y envidia, sobre todo cuando se encuentran con otras personas de éxito. Establecen relaciones muy superficiales con los demás, tienen una gran dificultad para enamorarse y frecuentemente tienen problemas con los compañeros de trabajo.
6.- Absolutamente todo gira alrededor de su persona y están tan preocupados por ellos mismos que carecen de sensibilidad y compasión por otras personas. Tienen una conducta arrogante y distante, dominando en las conversaciones y llegando a ser tan impacientes que a menudo aparecen ante los demás como personas agresivas. Se muestran indiferentes ante los derechos de los demás aprovechándose de ellos, mintiendo para crear y mantener sus ilusiones y mostrando una simpatía exagerada con el único fin de alcanzar sus objetivos a cualquier precio.
7.- Solo aprueban a terceros cuando estos giran alrededor de su órbita, cuando estos les refuerzan positivamente a base de halagos, cuando son sus admiradores y ratifican así su auto percepción de su propia valía.
Wyatt y Hare (1997) establecen: “Clínicamente hablando, cualquier persona socialmente disfuncional que se siente autorizada a usar su poder para controlar a otras personas por las que se siente amenazada, o que vive una fantasía pretenciosa, en lugar de en la realidad y que se ve a sí misma consistentemente como superior a sus compañeros y anhela ser reconocido como tal, reúne los requisitos del denominado trastorno narcisista de la personalidad”.



S ha comprobado que los narcisistas muestran una gran versatilidad criminal: delitos contra las personas (homicidios y asesinatos) delitos sexuales, estafa , falsedades y violencia de género. En todos los casos su motivación final es tratar de mantener un estatus que el sujeto creer tener o bien es una respuesta a una “herida narcisista” (ataque personal a su ego). En el caso de los delitos contra la libertad sexual, su exagerada autoestima, su convicción de ser físicamente muy atractivos, su aparente superioridad y vulnerabilidad a cualquier ataque a su ego, pueden ser factores que están en la base de la herida narcisista que les produce cualquier percepción de rechazo. Los motivos de agresión a su pareja o ex pareja no suelen corresponder a celos o deseos de control sino a la intolerancia a aceptar el rechazo o abandono por parte de sus parejas, no por el miedo a perder el vínculo afectivo.
En su libro Desórdenes de la personalidad en la Vida Moderna, Theodore Millon y Roger Davis afirman que el narcisismo patológico está reservado a «los nobles y los ricos», y que «parece haber ganado prominencia sólo en el siglo XX». De acuerdo con ellos, el narcisismo podría estar asociado con niveles superiores en la escala de necesidades de Maslow. Según ellos, «los individuos de naciones menos adelantadas... están demasiado ocupados tratando (de sobrevivir)... para comportarse de una forma arrogante y grandiosa». Sin embargo, en opinión de Sam Vaknim ("Malignant self-love") el narcisismo es un fenómeno ubicuo debido a que cada ser humano, independientemente de la naturaleza o la cultura, desarrolla un narcisismo sano tempranamente en su vida. El narcisismo sano se convierte en patológico cuando se produce el abuso, y el abuso es un comportamiento humano universal. Por "abuso" entiende el rechazo a reconocer las fronteras emergentes del individuo.

Waterhouse

Las personalidades narcisistas parecen haber proliferado en las últimas dos décadas, reflejando lo que algunos estudiosos han llamado la “generación del yo” en el contexto capitalista norteamericano. La obra del pensador norteamericano marxista, Christopher Lasch, publicada hace casi 25 años, “La cultura del narcisismo” afirma que el narcisismo sería el principal síntoma del declive y crisis del capitalismo. El hombre psicológico actual sería el producto final del individualismo burgués. Esto daría lugar al espíritu competitivo y el excesivo individualismo, a la cultura de la diferencia que separa y enorgullece a una elite, el desarrollo de lo propio o privacidad, la incapacidad para aceptar la vejez o la limitación humana y la necesidad de éxito y reconocimiento que se observa en las relaciones tanto comerciales como privadas. A esto podemos añadir la legitimación de las guerras para defender lo “propio”, sean creencias, dioses o concepto del bien y del mal.
En su ensayo ”Narcisismo: epidemia de nuestro tiempo”, José Luis Trechera afirma que “el narcisismo no es un fenómeno exclusivo del modo de vida estadounidense. La postmodernidad ha reforzado el modelo de hombre narcisista. En Europa se ha producido la segunda revolución individualista, se ha suplido la ética por la estética; de la implicación y compromiso personal se ha pasado a la sociedad del contrato temporal, del gran fragmento (grandes valores) se ha desembocado en el pequeño fragmento. (…) Ante la carencia de un proyecto universal, el hombre occidental se refugia en la subjetividad, en la esfera privada y en el culto a la individualidad. Cada sujeto es el centro del mundo y del universo. Nuestra civilización occidental se caracteriza por perder de vista las necesidades del otro. A pesar de tener miles de ventanas para observar el entorno, no capta la realidad externa. Por tener una anestesia social, vemos los hechos sin que nos afecten o interpelen. Es una cultura del yo en primer lugar.” 


Fuentes: Wikipedia

No hay comentarios:

Publicar un comentario